Mis ansiadas vacaciones en las islas Azores se vieron truncadas al ser testigo de un asesinato. Puedes seguir el relato de los hechos en estas publicaciones:
TESTIGO DE ASESINATO (Capítulo 1 de 16)
Soy de los que se desvelan la primera noche que duermo en cama extraña, y eso, este año, nada más empezar mis vacaciones, además de una noche sin dormir significó ser testigo de un asesinato. Lo que nunca busqué, y no pude evitar presenciar, ya me acompañó durante todo el viaje.
Imaginaros estar tranquilamente en un hotel cualquiera, esta vez en Ponta Delgada, capital de la isla de São Miguel (islas Azores), donde acabábamos de llegar y era punto de partida para pasar nuestra semana anual de vacaciones. Allí llegamos mi mujer, mi hija y yo cerca de las diez de la noche hora local —medianoche hora española— después de unas cinco horas de viaje. Tras instalarnos, y superar la odisea de conseguir cenar algo, acto que finalmente conseguimos con una ensalada de pepino y una pizza en un restaurante italiano regentado por hindúes, y bajo una suave lluvia, nos volvimos a dicho hotel y allí caímos rendidos con la intención de descansar y prepararnos para empezar con fuerza el ritmo de excursiones que teníamos programadas.
Cuatro horas de sueño fueron suficientes para que yo abriera los ojos y mi mente considerara que ya había dormido suficiente… ¡debe ser la edad! El caso es que, para no molestar a mi familia, que sí hacían lo propio de esa hora, me quedé pacientemente en la cama, dejando pasar el tiempo e imaginando los bellos parajes que teníamos previstos visitar. Pero mi buena y tranquila intención se vio bruscamente truncada por los hechos que voy a relatar y que me enredaron en un crimen del que ya no pude desentenderme.
Todo empezó cuando de repente, en el silencio de la noche, escuché unas voces ahogadas que provenían claramente de la habitación de al lado nuestro. Al principio voces bajas, prudentes, pero en seguida fueron subiendo de volumen e intensidad hasta hacerse claramente audibles, aunque no lo suficiente como llegar a entender lo que se decían entre si nuestros vecinos.
Comprobé con satisfacción que a mi pequeña familia no le molestaba esa discusión e intenté volver a mis pensamientos, a ver si me dormía de nuevo, hasta que sí llegó con claridad a mis oídos la única frase de la discusión que conseguí entender.
—Pero… ¿Qué vas a hacer?… ¡Ayuda!
Me incorporé bruscamente en la cama, justo para escuchar cómo abrían bruscamente la puerta de la habitación de al lado y un golpe seco quebraba algo; el inconfundible sonido de un cuerpo cayendo desplomado en la moqueta terminó con los ruidos, y eso dio también por finalizadas las voces.
No pensé lo que hacía cuando me levanté corriendo, pensando que alguien necesitaba ayuda y, al abrir la puerta de nuestra habitación y mirar a ambos lados del pasillo, lo que me encontré fue algo que me hizo dar marcha atrás, aterrado, con la intención de volver al refugio de nuestro cuarto: lo que vi fue la mano inerte de hombre tirado en el suelo y sobresaliendo de la habitación de al lado; la mano de un muerto.
… Seguirá.
Comments