top of page
Buscar
Foto del escritorDaniel Carazo

TESTIGO DE ASESINATO (2 de 16)

Mis ansiadas vacaciones en las islas Azores se vieron truncadas al ser testigo de un asesinato. Puedes seguir el relato de los hechos en estas publicaciones:

TESTIGO DE ASESINATO (Capítulo 2 de 16)


No supe reaccionar de otra manera. Me encerré en la seguridad de mi habitación y me quedé apoyado tras puerta cerrada, agitado, asustado, arrepentido de haberme asomado al pasillo y quizá intentando dar marcha atrás unos minutos en mi vida para borrar de mi cabeza lo que inevitablemente acababa de presenciar.

¿Había visto realmente la mano inerte de un hombre tirado en el suelo?

Estaba claro que sí.

Y estaba claro también que eso no podía significar nada bueno, por no decir que tenía toda la pinta de que a ese hombre, si en realidad estaba muerto, evidentemente le había pasado algo: no había sido una muerte natural y, después de lo que acababa de escuchar, existían muchas posibilidades de que hubiera sido golpeado y asesinado.

Metiéndome de nuevo en la cama analicé esas dos posibilidades y, algo más tranquilo, me dije que igual me estaba dejando llevar por la imaginación, que debía leer menos novela negra, que se me estaba deformando la mente con tanto muerto literario y que no me podía dejar llevar por mi truculenta teoría sin fundamento; pero, si eliminaba la posibilidad de la agresión… entonces… el propietario de la mano que había visto estaba claramente tumbado en el suelo, y si eso era así… ¡ese hombre necesitaba ayuda!, y no escuchaba nada en el exterior de mi habitación que me demostrara que alguien se la estaba prestando. Así que, armándome de valor, y evitando hacer ruido para no despertar a mi familia, me acerqué nuevamente a nuestra puerta y pegué la oreja a ella para asegurarme que no hubiera ninguna actividad al otro lado. Cuando comprobé que era así, entreabrí la puerta y me asomé tímidamente.

Sin dar crédito a lo que vi me acabé asomando por completo para confirmar que, como ya había comprobado, todo estaba normal: ni personal del hotel, ni sanitarios, ni puertas abiertas ni nadie por allí, y por supuesto tampoco vestigios de la mano ni del resto del cuerpo que había estado tirado hace escasos minutos.

¡Era imposible! Estaba seguro de que de la puerta de al lado había visto sobresalir una mano, ¡Lo acababa de ver!

Agitado y sin saber qué hacer me refugié de nuevo en nuestra habitación y, pegando una vez más la espalda a la puerta, intenté entender qué acababa de pasar cuando un susurro, esta vez de mi mujer, casi me provocó un infarto.

—Pero ¿qué haces?

—Algo ha pasado —me limité a contestar, dando por hecho que ella está tan lúcida como yo.

—¿Mmmmmh?

—No sé si se acaban de cargar a alguien aquí al lado.

Tras un suspiro de resignación, ella interpretó rápidamente la situación a su manera.

—¿Ya te has dormido escribiendo otra vez?

Me conoce bien y sabe que, si me acuesto con una trama en la cabeza, durante la noche le doy más vueltas a la intriga que estando despierto.

—¡Que no! —insistí—, ha sido muy raro… Y real.

Su respiración me indicó claramente que ya no me escuchaba. Se había vuelto a dormir.


…Seguirá.

57 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Kommentare


bottom of page