Nunca lo imaginé: frío, hambre y miedo, mucho miedo; lo peor, la incertidumbre.
¿Volverá?
Seguro que sí, aunque la oscuridad me hace dudar.
Hoy hemos emprendido el viaje juntos, como siempre. La parada sin embargo ha sido temprana, y eso que a él no le gusta hacerla. Me ha animado a bajar. Agua, comida y caricias, lo habitual.
¿Por qué entonces las lágrimas en sus ojos?
Solo un paso ha bastado para quedarme sola. Al girarme he visto su mirada, fija en la carretera, no en mí.
He ladrado. Sigo haciéndolo, aunque cada vez me cuesta más.
¿Volverá?
Seguro que sí. Yo lo haría.
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